Consideramos el egoísmo un grave fallo de carácter, algo que reprochamos a los demás cuando lo ejercen y un defecto contra el que advertimos a los niños. “Hay que ser generoso”, decimos. “Que persona más generosa”, admiramos. Es casi lo mejor que se puede decir de alguien tras su fallecimiento.
Quizá deberíamos tragarnos nuestras palabras y reconsiderar el egoísmo. Podría ser que el egoísmo no fuese tan malo después de todo. Que un poco de egoísmo ocasional sea el aliño perfecto para tomar decisiones más eficientes.
Es lo que sugiere una investigación llevada a cabo por psicólogos de la Universidad del Estado de Ohio. “La decisión más eficiente es aquella que va a aumentar la cuenta total de beneficios a partir de la solución de un problema, y eso es verdad tanto si la mayor parte de esos beneficios van para ti como si van para otra persona. Por eso a veces tiene sentido ser un poco egoísta si eso va a incrementar el beneficio final total”, explica Paul Stillman, líder del estudio.
El informático que no quiso ayudar a su amigo
Un ejemplo sería el siguiente. Imaginemos un ingeniero informático que está trabajando en un nuevo programa que ayudará a limpiar el ordenador de archivos basura de forma sencilla a aquellos usuarios que no tengan mucha idea de informática. Uno de sus amigos, precisamente poco hábil con el ordenador, le pide ayuda porque tiene un problema que no consigue solucionar. Nuestro protagonista le da amablemente plantón para quedarse en casa programando. Esto es una muestra de egoísmo, pero en realidad se trata de una decisión más eficiente. Sí, es verdad que nuestro ingeniero ha decidido pasar de su amigo para avanzar en su proyecto que, espera, le dará pingües beneficios económicos cuando termine, pero si miramos la decisión con perspectiva, estamos de acuerdo en que es la decisión que más beneficios aporta en conjunto, incluido a su desafortunado amigo, que cuando pueda instalar dicho programa en el ordenador podrá trabajar con él mucho mejor.
Una de las claves para tomar estas decisiones egoístas pero eficientes es precisamente ese mirarlas con perspectiva. El “big picture” en inglés. En este caso, lo que hace nuestro informático al desatender las necesidades de su amigo para centrarse en su gran proyecto.
En definitiva, se trata de crear una distancia psicológica para pensar fríamente y elegir la mejor solución a cada situación. Esa distancia puede darse en forma de tiempo, al planear algo con suficiente antelación, o en forma de desapego personal cuando afecta a personas que no conocemos, o ser simplemente una estrategia mental cuando nos planteamos las situaciones de forma hipotética en vez de real.
Fuente: https://culturacientifica.com