La contaminación atmosférica ha traído a nuestras vidas una serie de desventajas que van más allá de lo puramente medioambiental.
Se calcula que 9 de cada 10 personas en el mundo respiran aire contaminado, exponiéndose a las partículas PM, las más finas y peligrosas para la salud. De esta manera, se cuelan en nuestro torrente sanguíneo afectando a muchos de nuestros órganos vitales, provocando fallos en la salud y en la calidad de vida de las personas.
¿Cuáles son los órganos que pueden verse más afectados por la polución?
Pulmones
En general, el sistema respiratorio es uno de los grandes afectados. Según la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), la llegada de sustancias contaminantes al aparato respiratorio actúa directamente sobre la superficie de la mucosa nasal y bronquial y provoca fenómenos inflamatorios que se traducen en la aparición de síntomas como tos, expectoración o disnea.
También aquellas personas con patologías preexistentes, como asma, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), con cardiopatías o arteriosclerosis, cuyas dolencias pueden agravarse si se exponen a la contaminación atmosférica. Y, por tanto, requerir de mayor atención sanitaria, mayor cantidad de medicinas y un aumento de ingresos hospitalarios.
Corazón
De los pulmones, las partículas contaminantes pasan al flujo sanguíneo, afectando al sistema cardiovascular y, de forma grave, al corazón. Según la Fundación Española del Corazón (FEC) tanto las PM como el dióxido de nitrógeno son desencadenantes del infarto agudo de miocardio. Principalmente porque favorecen la inflamación, el estrés oxidativo, la disfunción endotelial y produce un efecto protrombótico y vasoconstrictor.
Son muchos los estudios que demuestran la relación entre la polución y las cardiopatías. Por ejemplo, un informe publicado en 2019 por la Universidad de Lancaster afirmaba que se apreciaban daños en las paredes del corazón por partículas de hierro emitidas por vehículos y fábricas.
Otro trabajo, realizado por la Universidad Nacional y Kapodistríaca de Atenas y publicado a principios de este año por European Journal of Preventive Cardiology, considera que solo dos horas respirando aire contaminado, incluso en los niveles que se han descrito como seguros, afecta negativamente al corazón y a los vasos sanguíneos durante todo un día.
Cerebro
A través de los vasos sanguíneos, las PM también llegan al cerebro. De hecho, cada vez hay una mayor evidencia de que la contaminación está ligada a enfermedades neurodegenerativas. Por ejemplo, los investigadores de la Universidad de Lancaster, coordinados por la profesora Barbara Maher, relacionaron la aparición de estas partículas con los daños cerebrales que causan enfermedades de deterioro cognitivo, como la demencia o el Alzheimer.
Algo que corrobora una investigación publicada recientemente por The Lancet Planetary Health que se ha llevado a cabo en Estados Unidos de 2000 a 2016 con una muestra de más de 63 millones de beneficiarios del programa Medicare. Según este informe, un 13% de las personas ingresadas por Parkinson, Alzheimer y otros problemas neurológicos similares residían en zonas con elevadas concentraciones anuales de PM.
Por otra parte, desde la Sociedad Española de Neurología (SEN) aseguran que el 30% de los ictus que se producen cada año son atribuibles a la contaminación del aire.Y que también influye en la aparición de infartos o hemorragias cerebrales.
Riñones
Parece lógico que si las partículas contaminantes viajan por el torrente sanguíneo muchas se queden alojadas en los riñones, encargados de filtrar nuestra sangre. Así lo han demostrado estudios como el publicado recientemente por Cjasn, la revista clínica de la Sociedad Americana de Nefrología.
El equipo investigador, de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, aseguraba en su trabajo que la exposición a grandes cantidades de PM está asociada con un mayor grado de albuminuria, un marcador de disfunción renal.
Otro estudio de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington, realizado con una muestra de casi 2,5 millones de personas durante un periodo de algo más de 8 años, también vinculaba miles de casos de enfermedad y de insuficiencia renal con los niveles de contaminación del aire.
El coste sanitario
Un estudio realizado por la European Public Health Alliance (EPHA) ha cuantificado el valor monetario que tiene ese vínculo entre salud y contaminación atmosférica:casi 1.000 euros al año por persona. En el trabajo se han tenido en cuenta distintas variables, como la muerte prematura, la atención médica y los tratamientos farmacológicos o el absentismo laboral.
“Se trata de un gasto que podríamos prevenir, un derroche que no nos podemos permitir, menos en esta época de pandemia de Covid-19 y que debemos corregir, mejorando las políticas de movilidad urbana, para ampliar las zonas de bajas emisiones o emisiones cero”, advierte Isabel Urrutia, coordinadora de Medio Ambiente de Separ y del Año Separ 2020-2021 por la Calidad del Aire, Cambio Climático y Salud.