Mentir puede resultar útil y necesario para desenvolverse en sociedad. Sin embargo, un reciente estudio advierte que mentir provoca tensión y ansiedad, mientras que decir la verdad tiene un efecto positivo sobre la salud.

De pequeños siempre nos dicen que no debemos mentir, y que hay que ir con la verdad siempre por delante. El instinto de supervivencia y el arte de la diplomacia nos impulsan, sin embargo, a mentir con cierta asiduidad. Y es que utilizar la mentira y el engaño puede resultar útil y necesario para desenvolverse en sociedad. Sin embargo, un estudio presentado en la 120ª Convención de la Asociación Americana de Psicología ha llegado a la conclusión de que mentir provoca situaciones de tensión y ansiedad en las personas que lo hacen, y que decir la verdad -aunque en ocasiones sea contraproducente e, incluso, peligroso-, tiene un efecto positivo sobre la salud.

Los autores del estudio –de la Universidad americana de Notre Dame–, se basaron en las reacciones de un grupo de 110 voluntarios ante determinadas situaciones durante un seguimiento de diez semanas. Tras comprobar que estas personas decían una media de 11 mentiras por semana, se entrenó a la mitad de los participantes para que mintieran menos, y observaron que este grupo presentó una mejoría significativa de su estado de salud general, que se tradujo tanto en síntomas físicos, como tener menos cefaleas y menos molestias en la garganta, como en su estado emocional, ya que disminuyeron sus sentimientos de tensión y melancolía.

Los especialistas consideran que los seres humanos mienten por tres motivos fundamentales que son: adaptarse a un ambiente hostil, evitar sanciones, y conseguir una ganancia u objetivo. Así, la mentira forma parte de la conducta adaptativa de los seres humanos y, aunque decir la verdad pueda disminuir la ansiedad y evitar el sentimiento de culpa, el psicólogo Jaime Gutiérrez, del Colegio Oficial de Psicólogos de Castilla y León, opina que no se puede afirmar que esto sea mejor o peor para la salud del individuo.

La clave, según los expertos, está en encontrar el equilibrio, una solución intermedia entre lo que es bueno para el que habla pero también para el que escucha y, sobre todo, en saber discernir cuándo la sinceridad será positiva para el entorno y cuándo, por el contrario, decir la verdad puede tener consecuencias negativas para los implicados.

 

Fuente: webconsultas.com