Más que ninguna otra enfermedad, el hábito de fumar es la mayor fuente de fallecimientos e incapacidades hoy día a nivel mundial. Concretamente, en España se producen 40.000 muertes al año debido al tabaquismo.
No en vano, el consumo de tabaco es responsable de cerca de 3″5 millones de muertes al año en todo el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud. El 80% de dichas muertes son por cáncer de pulmón, bronquitis y enfisemas, mientras que casi un 17% son debidas a paros cardíacos.
«El hábito de fumar reduce la fertilidad de hombres y mujeres. Por otro lado, el tabaco aumenta el riesgo de impotencia sexual».
¿Por qué fumar causa enfermedades?
Diversas investigaciones han identificado más de 4000 elementos químicos en las partículas del humo del tabaco. Está demostrado que, al menos 60 de ellas, tales como el níquel, son cancerígenas. La nicotina, el ingrediente adictivo del tabaco, estimula el sistema nervioso, lo que acelera el ritmo cardíaco y aumenta la tensión arterial.
El alquitrán, generado cuando el humo del tabaco se condensa, es una mezcla de diferentes productos químicos, incluidos el arsénico y el cianuro. El citado alquitrán se asienta en los pulmones y en el sistema respiratorio, siendo gradualmente absorbido por el organismo.
El monóxido de carbono se aferra a la hemoglobina en la sangre con más facilidad que el oxígeno. Esto hace que la sangre transporte menos oxígeno por todo el cuerpo, lo que aumenta el riesgo de trombosis.
¿Cómo afecta el tabaco a tu cuerpo?
Cáncer:
Está demostrado que el tabaco es una causa muy potente de los cánceres de pulmón, laringe, faringe, esófago, vejiga, riñón y páncreas. Ciertas investigaciones inciden en que fumar está relacionado con un mayor riesgo de leucemia y cáncer de estómago, mama, hígado y cuello uterino.
Pulmones:
La obstrucción crónica del pulmón, producida por la bronquitis y el enfisema, produce una discapacidad respiratoria progresiva. Esta obstrucción está provocada por el estrechamiento de los conductos de aire en los pulmones y por la destrucción de los alvéolos. El inicio de esta enfermedad es gradual y surge la incapacidad respiratoria cuando ha sido destruida casi la mitad de los pulmones. Una vez que la enfermedad se ha establecido es raramente reversible. De ahí, por ejemplo, que la neumonía, una infección de los pulmones, sea más común entre los fumadores.
Corazón:
Al minuto de encender un cigarrillo, el corazón del fumador empieza a latir un 30% más rápido. La presión arterial también aumenta, forzando al corazón a hacer un mayor esfuerzo e incrementando el riesgo de enfermedad coronaria.
Fertilidad:
La fertilidad de hombres y mujeres se ve reducida. Por otro lado, el riesgo de impotencia masculina se ve aumentado por el consumo de tabaco.
Embarazo y parto:
La probabilidad de abortos es sustancialmente mayor en mujeres fumadoras. Además, éstas suelen tener más complicaciones durante el embarazo. Los bebés de madres fumadoras suelen pesar una media de 200 gramos menos al nacer que los hijos de madres no fumadoras. Esta reducción del peso se asocia a mayores riesgos de fallecimiento y enfermedad durante la lactancia y la primera infancia. Por otro lado, los niños cuyos padres son fumadores tienen el doble de probabilidad de sufrir infecciones respiratorias graves.
Dentadura:
Los dientes se vuelven amarillos y, habitualmente, el fumador sufre de mal aliento o halitosis.
Dedos y uñas:
Pueden sufrir cambios de color.
Piel:
Puede tender a arrugarse y a presentar psoriasis.
Fuente: https://www.sanitas.es