Cuando se dice que un niño tiene una artritis, con frecuencia se escucha ¿pero los niños tienen artritis? ¿Eso no es de las personas mayores? Lo primero es diferenciar artritis de artrosis. Esta última se ve en las personas mayores por degeneración de las articulaciones. La artritis, en cambio, puede aparecer a cualquier edad.

¿Qué es una artritis?

Una artritis es la inflamación de una articulación. Las artritis de los niños son diferentes de las de los adultos; existen dos tipos principales.

Las más frecuentes son las artritis infecciosas, que aunque pueden aparecer a cualquier edad son más habituales en niños pequeños, en general por debajo de los tres años.

En los niños algo mayores, aunque no exclusivamente en ellos, se pueden producir artritis crónicas, lo que significa que la inflamación va a persistir en el tiempo, durante 1 mes o más. En la mayoría de los casos la causa de este tipo de artritis es desconocida y por ello suele recibir el nombre de artritis idiopática (de causa desconocida) juvenil.

Ninguna de las dos formas es frecuente, por lo que lo más probable cuando un niño se queje de dolor de una articulación, cojee o se le hinche es que la causa sea otra, como por ejemplo, un golpe o una torcedura que pueden haber pasado desapercibidos en los más pequeños o una inflamación de la piel y no realmente una artritis.

¿Cuáles son los síntomas?

En la artritis se produce hinchazón de la articulación afectada, dolor y disminución de la movilidad. El dolor puede ser muy intenso y suele limitar totalmente el movimiento en el caso de las infecciones. En general resulta mucho más leve en las artritis crónicas de los niños.

Cuando afecta a las articulaciones de las piernas (caderas, rodillas, tobillos) lo más frecuente es la aparición cojera. En algunas articulaciones que están muy profundas, como la cadera, aunque existe también hinchazón, no es apreciable desde el exterior, y el niño solo se queja de dolor, que a veces localiza en el muslo o la rodilla, cojea o se niega a caminar y, al tumbarle, pone una postura característica, flexionando la cadera y girando la pierna hacia afuera para estar más cómodo. Aunque no siempre es así, las infecciones suelen acompañarse además de fiebre.

¿Cuándo se debe consultar?

Siempre que se observe que una articulación está hinchada, el niño se queje de dolor o rechace moverse o caminar se debe consultar al pediatra. Si además tiene fiebre o está muy afectado, no se debería demorar la consulta, puede ser una infección articular y el inicio precoz del tratamiento logrará una recuperación mejor y más rápida.

¿Cómo se diagnostica?

Casi siempre que el médico sospeche una artritis va a solicitar algunas pruebas como un análisis de sangre, una radiografía o una ecografía.

Con frecuencia es necesario extraer un poco de líquido de la articulación para analizar sus características y para cultivarlo, de manera que si es una infección se pueda encontrar el germen causante y emplear así el tratamiento antibiótico más adecuado. Si existe pus en la articulación, el solo hecho de su evacuación va a contribuir a la curación de la infección y a mejorar los síntomas.

Para realizar esta técnica, que es muy sencilla y no muy diferente del pinchazo con el que se hace un análisis de sangre, se suele utilizar anestesia local o una sedación ligera que evitarán el dolor que pueda causar y, sobre todo, la angustia del niño.

¿Cómo se trata?

La artritis de causa infecciosa se trata con antibióticos. En la mayoría de los casos el tratamiento se inicia en el hospital por vía intravenosa y se completa en casa de forma oral, cuando el niño mejora. También puede ser necesaria una intervención quirúrgica urgente para eliminar el pus de la articulación y favorecer así la recuperación. Esto es más frecuente en las infecciones de la cadera.

En el caso de las artritis crónicas, los tratamientos son muy variables. Con frecuencia se comienza con antinflamatorios como el ibuprofeno, pero en la mayoría de los casos los niños reciben otros medicamentos que frenan más la inflamación y el daño de la articulación a largo plazo. A veces estos fármacos se administran directamente en la articulación, mediante un pequeño pinchazo, lo que se llama infiltración.

 

 

Fuente: enfamilia.aeped.es