Tradicionalmente asociamos la Navidad a una época de felicidad, donde todos estamos obligados a sentirnos contentos y disfrutar de los festejos. Pero para algunas personas es más bien todo lo contrario y no pueden evitar sentirse tristes durante la época supuestamente más alegre del año. Si al llegar las fiestas sientes apatía y no tienes ganas de hacer nada, aunque te sientas obligado a estar de buen humor… puede que estés pasando por lo que se conoce coloquialmente como “depresión navideña”.
Qué es la depresión
La depresión es un trastorno del estado de ánimo que causa abatimiento, pesar, apatía y sufrimiento mental a las personas que la padecen. Es una enfermedad grave que debe ser tratada por especialistas. Aunque en algunos casos puede ser originada por un acontecimiento de tipo adverso, en otros casos aparece sin causa aparente, es lo que se conoce como depresión endógena.
La depresión navideña puede afectar a personas de cualquier edad, aunque suele ser más frecuente padecerla al llegar a la edad adulta. Es habitual que aparezca sin ninguna causa aparente, a excepción de la época del año. Es una depresión de tipo estacionaria, asociada a un momento concreto o estación del año. Sin embargo, puede llegar a ser muy grave si no se trata adecuadamente.
Por qué decaemos en Navidad
Aunque lo habitual para la mayor parte de la gente es disfrutar de una Navidad feliz en compañía de sus seres queridos, para otras personas la Navidad puede no ser todo lo especial que cabría esperar.
El estrés navideño tiende a ser un factor desencadenante bastante común. Las prisas por encontrar el regalo perfecto, las visitas a los centros comerciales atestados de gente, los atascos de tráfico que se incrementan en esta época del año, el gasto excesivo de estas fechas o, incluso, dejarlo todo para el último momento, pueden causar malestar y ansiedad.
Pero el factor principal es echar de menos a nuestros seres queridos. Tanto si se encuentran lejos de nosotros, como si ya no están, los sentimientos que su pérdida o ausencia nos provocan chocan radicalmente con los ideales de gozo, felicidad, alegría, amor y compañía que los seres humanos asociamos a la Navidad.
Causas
Las Navidades pueden ser fuente de estrés, frustración y melancolía. Aunque la Navidad que nos “vende” el marketing y los medios de comunicación está rodeada de escenas felices, la realidad no siempre es tan bonita y tan alegre. Para algunas personas, ciertos factores pueden desencadenar un estado depresivo totalmente opuesto a esa Navidad idealizada:
- Las compras, la organización de comidas y eventos, las obligaciones sociales, la sensación de tener que adoptar una eterna sonrisa, etcétera pueden causar estrés en las personas adultas.
- El fin de año y la entrada en un año nuevo supone, para algunas personas, tener que hacer balance de los objetivos cumplidos, lo que podría hacer que nos demos cuenta de que no siempre conseguimos todo lo que deseamos.
- Cuando hay personas queridas que ya no están, es normal echarles de menos en estas fechas de reunión familiar, incluso aunque el duelo ya no sea reciente.
- La Navidad es la época de menos horas de luz de todo el año, con las noches más largas y el clima más frío y lluvioso, todo lo cual incide negativamente en nuestro estado de ánimo.
- Para los que sienten melancolía, el contraste con el casi obligado sentimiento de felicidad que se asocia con la Navidad puede generar frustración y provocar justo el efecto contrario: se intensifica el malestar.
Síntomas
Los síntomasde cualquier episodio depresivo son:
- Cansancio, apatía, desgana y pérdida de vitalidad.
- Estado de ánimo o humor depresivo, de manera constante, durante la mayor parte del día y la mayoría de los días.
- Irritabilidad extrema.
- Pensamientos negativos, autocompasivos o autodestructivos.
Además, la depresión navideña puede presentar estos síntomas:
- Pérdida de interés o incluso aversión por todo lo relacionado con la Navidad.
- Sentirse molesto o infeliz al entrar en contacto con todo lo relacionado con la Navidad como escuchar villancicos o ver decoraciones navideñas.
- Apatía por las actividades relacionadas con los festejos navideños.
- Aislamiento y poco interés por la compañía de otras personas.
Consejos para prevenirla
Aunque la tristeza navideña puede convertirse en un trastorno emocional o empeorar un trastorno depresivo ya existente, en la inmensa mayoría de los casos se trata de un bajón emocional importante, pero temporal.
No obstante, no debemos subestimar nunca ningún posible estado depresivo. Lo mejor es combatirlo con una actitud positiva y realista. Si nuestra Navidad no se asemeja a la ideal, no debemos sentirnos obligados a conseguirlo porque no sea así. También podemos adoptar ciertas pautas de conducta que nos ayuden a prevenir el bajón emocional en estas fechas:
- Organizarnos con tiempo y no dejar todos los preparativos para el final ni encargarnos solos de todo. A veces, debemos considerar pedir ayuda a los demás. Delega o reparte con familiares y amigos aquellas actividades que no te hagan sentir bien, como organizar los eventos, comprar los regalos, decorar la casa o preparar las comidas.
- No importa que no todo esté perfecto. Es fundamental relajarnos y disfrutar de tiempo de calidad durante nuestros días de descanso. Un buen consejo es dedicarnos tiempo a nosotros mismos para disfrutar de las cosas que nos hacen especial ilusión.
- Analiza tus pensamientos y modifícalos por otros más positivos y/o realistas si es necesario. No todo el mundo tiene que estar feliz en Navidad, los problemas no van a desaparecer por sí solos, pero lo cierto es que, a pesar de todo ello, podemos estar con las personas queridas y disfrutar de buenos momentos.
- Si estás lejos de tus seres queridos, busca compañía y mantente más activo que de costumbre. A veces un simple paseo al aire libre puede ayudarnos mucho a mejorar nuestro estado de ánimo.
- Cuando un ser querido no está, es normal echarle de menos y sentirnos tristes por su ausencia o por los recuerdos felices juntos que nos vienen a la cabeza en estas fechas. Deja que la tristeza fluya, pero no te recrees en ella. Lo mejor es buscar nuevas actividades y tradiciones que no asocies a esa persona.
Por último, es importante no forzarnos a hacer cosas que nos hacen sentir mal. Siempre hay una buena excusa para huir de una cena de empresa y no estamos obligados a asistir a todos los compromisos navideños que se presentan en estas fechas. Trata de salir de casa y disfrutar de buenos ratos con la familia y los amigos, pero no te sientas obligado a hacerlo solo porque sean fechas señaladas en el calendario.
Nadie nos impide innovar, crear, transformar o prescindir de cualquiera de las tradiciones que nos hacen daño. No tenemos que agradar a los demás a costa de nuestra estabilidad emocional. Y si, a pesar de todo, el malestar persiste o es demasiado intenso, lo más aconsejable es consultar con un especialista.